Hay muchas formas de ver la vida. Una de ellas, es como un vídeo juego: hasta que no superas un nivel, no avanzas al siguiente.
Eso pasa cuando te conviertes en padre. Has avanzado mucho para llegar a este punto, aunque de poco te sirve lo que hayas aprendido hasta ahora. Porque cuando eres padre -buen padre-, aprendes a la misma vez que temes. Antes te comías el mundo. Ibas de aquí para allá sin importarte cuándo llegarías. Ahora, no quieres llegar tarde para estar con tu/s hijo/s y temes por ellos. Ahora, eres vulnerable.
Aquí te presento 5 dedicatorias que quizá hayas escuchado alguna vez y quizá no. Aun así, bien merecen un post.
Hace años, escuchaba un programa de radio que dirigía José Antonio Abellán mientras yo conducía un camión por la carretera (sí, también fui camionero). El periodista describió cómo conoció la siguiente canción, así como la dio a conocer a quienes le escucháramos: viajó a EEUU y, sentado en un taxi, empezó a sonar esta canción. La escuchó y se quedó maravillado. Fue a conseguir una copia y, de regreso a su estudio de radio, le dio al play mientras lo contaba. Recuerdo que pensé que, cuando tuviera algún hijo, la pondría una y otra vez para no olvidar lo que hay que hacer por los hijos…
Creed es una formación estadounidense de 1995 con un sonido post-grunge. El álbum del que se extrae esta canción, Human Clay, pertenece a 1999 y ha sido platino once veces en EEUU. Scott Stapp la escribió cuando recibió la noticia de que iba a ser padre.
Como todo en la vida, te acostumbras a lo que tienes y, a veces, te centras tanto en otras cosas como en el trabajo, que dejas de prestar atención a lo que, realmente, importa… Tus hijos. Es el legado más importante que vas a dejar y no puedes descuidarlo. A menudo, yo suelo decir que: ‘compartir tiempo con tus hijos será la herencia que, en el recuerdo, les durará siempre.’
Esto le debió pasar a Rod Stewart en 1988 que, cuando se dio cuenta ya se había perdido unos cinco años de sus dos hijos pequeños. Estaba siempre de gira. Después de escribir esta canción, decidió llevárselos con él a las giras.
Hay otras veces que, lo único que quieres es permanecer a su lado. Ayudarles a elegir en sus indecisiones, a enseñarles de sus errores, a apreciar las cosas… Pero, no siempre está todo de nuestra parte y, aunque la relación con mamá no sea tan hermosa como al principio, sientes que tienes que mantener esa protección hacia tu hijo y decides quedarte, sabiendo que la relación con la madre está acabada, sin amor. Así lo cantó Elvis…
En 1974, Bob Dylan escribió esta dedicatoria a su hijo titulada ‘Forever Young’ que, si te fijas bien, tiene cierta similitud en la letra con la canción de Rod Stewart que has escuchado antes, sin mencionar el título. Dylan se lo reprochó. Stewart lo reconoció y accedió a poner el nombre de Dylan en los créditos.
Durante un descanso de unos ocho años, alejado de los escenarios, Dylan deseaba un buen porvenir a su hijo y los plasmó así…
Pasan acontecimientos en nuestra trayectoria por la Tierra que nos hacen pensar si merece la pena seguir engendrando hijos. Vivimos más de cerca la muerte y nos da miedo dejar solos a nuestros hijos. Pensamos que quedan indefensos con nuestra ausencia, si morimos jóvenes. Es un sentimiento de angustia que nos asfixia y no nos deja respirar tranquilos. No estamos preparados para esto en nuestra cultura.
Otras veces, es nuestro hijo quien abandona el nido por voluntad propia. Eso es menos doloroso.
Cat Stevens escribió esta canción en 1970, donde se entiende la historia entre un padre (cantada con voz grave) y su hijo (que le responde con voz aguda). Todos hemos sido hijos y todos deberíamos ser padres. Los hijos queremos echar a volar enseguida y seguir nuestro camino solos. Pero, claro… Lo deseamos cuando no hemos vivido ciertas experiencias que, cuando somos padres, nos da miedo que las vivan solos.