Si hay algo que inunda nuestras discotecas (archivo personal de discos) e internet son discos de amor edulcorado. Existe una vorágine de artistas y compositores que diosifican a Cupido y su labor de crear enamorados. Era tanto, que se reconoce la palabra AMOR es la más escrita dentro de las canciones en toda la historia de la música.
Por otra parte, lógicamente existe el desamor, siempre desgarrado, mojado en anhelos y suspiros. Estas dos formulas podrían considerarse los granes pilares de la música contemporánea, pero ¿y el dolor?
El dolor, ya sea por verguenza, miedo a la incomprensión o tabú social, es el gran olvidado dentro de la música. De los millones de artistas y compositores son un grupo reducido los que se han atrevido a romper esa barrera. Imposible olvidar a Nirvana (something in the way) Marilyn Manson (Running to the edge of the world) Placebo… hay muchisimos, está claro, pero nunca pensé que incluiria en este grupo a Zahara.
Con Zahara siempre tuve una relación de amor- indiferencia. NO porque no valorase su trabajo como cantautora, creo que es impecable, sino porque no llegaba a encontrar una conexión directa a su música. Reconozco que Santa (2015) me pareció bastante interesante al romper de base con su versión más modosa, pero la veía arrastrada por una ola de modernidad indie en la que hay demasiados artistas en mar que parece estable pero que con el tiempo irá a la deriva.
Pero hace unos meses llegó a mis manos PUTA (2021) sin prejuicios, lo coloqué en el tocadiscos y pinché la aguja. Estuve unas 3/4 horas sin parar de escucharlo. Cada una de las canciones, cada una de las historias. Escuchar PUTA ha sido como ver a Zahara en carne viva, sin artificios, sin control.
En ese momento encontré la empatía, saboreé la liberación de una persona maniatada de prejuicios caminando sobre un trapecio con los ojos vendados y que está cansada de ello y decide saltar. Por fin el dolor, crudo y sincero, es capaz de soliviantar, en parte, el sufrimiento vivido. Como es habitual en mis post, no voy a ahondar en las canciones, no voy a analizarlas ya que internet está lleno de publicaciones así. Solo quiero mostraros que este disco no es un disco Indie al uso, es una carta abierta al pasado, a esa parte oscura y desvencijada donde guardamos nuestros miedos y secretos. Este PUTA debería llamarse DIOSA, ya que ha sido lo suficientemente valiente como para mostrarse tal y como es.
Gracias Zahara, me he sentido liberado al escucharte, yo también sufrí bullying por ser diferente al esto, he llorado de miedo como tú, y me juré no volver a hacerlo. Gracias por mostrar la cara oculta de todos los demonios que nos atrapan y no nos dejan avanzar. Por saber coger toda esa rabia y convertirla en perdón. Por reivindicar ser lo que nos salga del coño, le pese a quién le pese. Por mostrarnos tal y como queremos hacerlo. Si esto es ser puta, quiero ser putísima.