Mi crónica de La Mar de Músicas 2022

Intentar comenzar una humilde crónica hablando de estrellas consagradas como Omara Portuondo o Youssou N´Dour, tal y como comenté hace tiempo en mi quiniela de apuestas menos evidentes, es absurdo. No puedo descubrir nada sobre artistas que llevan tantos años en el escenario. En un ejercicio de honestidad y (me reitero) de la humildad de quien se estrena como medio independiente autorizado e invitado a asistir, hablaré de mis mejores momentos. De esos que perduran en el tiempo aún por encima de los “sí, lo vi hace 12 años en la Mar de Músicas” borrosos y, en ocasiones, idealizados por el desgaste del tiempo, la memoria y los infinitos inputs de vídeos y canciones que ingerimos.

Hablaré de noches en el patio del CIM (uno de mis escenarios favoritos) como la de Ed Maverick, tierno y oscuro a partes iguales, capaz de romper corazones con letras para abrazar fuerte a la almohada en un día de lluvia, pero también para plantearte su profundidad menos obvia, como una sima por explorar en un cerebro y corazón delicados y acostumbrados a la soledad. Acordes melancólicos para mirar por la ventanilla, mientras disfrutas del aire que queda atrás en el viaje, como postales al vuelo descritas con roncas pero dulces melodías vocales.

Podría también hablar de la tormenta eléctrica que se produjo en el castillo árabe tras la calma de Melody Gardot. Invasión cubana, de ritmos africanos, rumba y funk. Una auténtica locura o revolución. Hipnotizados por las piernas de Erik, vocalista de Cimafunk, y su familia. Letras calientes, a temperatura de horno preparado para comenzar recetas con todos los ingredientes para hacer sudar y gozar hasta a la última cadera (y el que no lo hizo por vergüenza, lo imaginó, sin duda alguna).

Tras tregua de unos días, y con muchas ganas de visitar el espacio reservado para artistas emergentes murcianos (mi debilidad) qué mejor manera de retomar que con Mala Cotton, los primos murcianos de grupos como Parcels, boyband descarada y tan segura de sí misma que saben a lo que son: un proyectil embadurnado de mermelada de melocotón en la sien. Coincido con varias personas que asistieron en la percepción de ver a un equipazo encima del escenario, con las ideas muy claras y un proyecto con recorrido infinito.

Jueves por la mañana volvimos para ver a Maestro Espada en el Club de Regatas de nuevo. Llevo tiempo siguiendo a los hermanos Hernández, por separado (Rey Lobo, Alex Juárez…) y juntos. Entre parajes y acequias de Nonduermas traen, envueltos entre telas antiguas, recuerdos de sonidos y voces de nuestros ancestros huertanos. Los desenvuelven con mucho cuidado, y los cantan para dejarlos flotar en hasta nuestros oídos, para darnos cuentas que la música (cultura) lleva aquí antes de que el hombre fuera hombre, y que cada golpe o lamento se convirtió en canción con un sentido o utilidad, y hoy es arte. Su directo es hermoso y estremecedor.

El viernes, descubrimos una preciosa y (hasta ese momento) desconocida Valeria Castro. Tiene 22 años y comenzó por un camino popular de versiones en redes. Pero ha llegado, porque tiene más que lo que otros le ceden. Tiene canciones bonitas y una voz canaria para suavizar los gruesos muros del CIM. Pero es que después… llegó Guitarricadelafuente. Emanado de la misma fuente democrática e intensa de redes, Alvarico este vez llegó en raudo caballo desde Benicassim con otros trotes desde Aragón. De sus canciones sucede lo mismo que con su estética: son cuidadosamente elegidas y traídas desde sus orígenes hasta nuestro presente. Su alpargata golpeando el escenario arrancó el ritmo de cada palma del Parque Torres. Su último disco me lleva loco, pero con su corto y popular repertorio arrasó. Solo o con el tremendo elenco que le acompaña, ya citado en el post dedicado en exclusiva.

Sábado, al ser día de de cierre, apretamos los machos y casi hicimos pleno. Fui por primera vez en todo el festival (a pesar de las magníficas opciones. Somos humanos. Y padres) al concierto de la Plaza del Ayuntamiento. Es que no me podía perder a Vera Fauna. Son como los primos sevillanos de Mala Cotton. En descaro y en arte. Un concierto popular al aire libre siempre es una mezcla interesante, pero es que el refrescaron la humedad del puerto con sus guitarras de rock psicodélico andaluz y letras tan inmensamente detallistas que te mecen en su realidad. Cover de Papá Levante que fulminó a los escépticos.

Me fui al CIM a ver a Rosario la Tremendita, que se coló en el último momento en el cartel, y qué suerte la mía… Si piensas en cantautora lesbiana de Triana, de enésima generación de artistas flamencos, pues resulta que además de los premios que lleva en sus espaldas, te das cuenta de lo que es tener presencia y seguridad en el escenario, y llevar cante en la mochila para repartir a las generaciones futuras, eso sí, renovado en melodías, matices y referencias.

Terminando con ese momento de cante y calma… llegó Jacob Collier. El cantautor de UK, genio en lo musical y diría que en lo aeróbico. Nunca nadie corrió tanto por el Parque Torres sin perder ni una molécula de oxígeno para ofrecer mil colores en su escala vocal. Y entonces, mientras los corazones se aceleraban, el tiempo se detuvo. Porque sólo los genios manejan a cientos de personas como si fueran instrumentos de carne y hueso a su antojo. Sólo los genios consiguen manejar las sonrisas y las manos de tantas personas en una obra que se va escribiendo sobre la marcha, y el guion solo se encuentra en su privilegiada y caóticamente ordenada cabeza. Los músicos de mi alrededor (honorables compañeros de viajes paralelos) se llevaban las manos a la cabeza. Lar magnificas voces que le acompañan enriquecieron su show, pero la luz la proyectó el en su veloz trayecto que culminó en un castillo de fuegos artificiales. Aún sigo pensando que fue el propio Jacob en su vuelta a las estrellas.

Y aún me sigo estremeciendo con cada una de las imágenes que captaron mis gafas y que aquí describo, con las personas que me acompañaron, lo que hace siempre todo más rico. Las personas, como siempre, de las viejas, de las nuevas, y de las eternas. Porque esa es la esencia de la música. Y esa es la esencia de La Mar de Músicas.

Ya queda menos para el año que viene…

Murcia. 1982. Fanático de la música y sus letras. Coleccionista de vinilos. Obsesionado con conocer cosas nuevas, tengo loco el algoritmo de Spotify. Intento ir a todos los directos que me permiten las normas y los peques, con los que comparto todo lo anterior. AlterEgo como escritor de poesía en IG en @tabule.fresquito

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