¿Alguna vez has pensado que tu vida podría ser como una película? ¿Alguna vez elegiste una canción para ser utilizada como banda sonora al final de tu vida?
Yo tengo esa canción que, desde que la escuché por primera vez, supe que quería que la pusieran en mi funeral.
Chris Cornell comenzó tocando la batería en un grupo mucho antes de la era del grunge. No contento con la música que componían, decidió ser líder y formar una banda con su propia música. En el camino, se encontró con Hiro Yamamoto y formaron Soundgarden. Ahí se completó el esquema perfecto del grunge, junto a Pearl Jam, Nirvana o Green River.
Después de varios años, Tom Morello y Rick Rubin le ofrecen la oportunidad de ser parte de un proyecto que pintaba muy bien, Audioslave. La propuesta fue sustituir al cantante de Rage Againist The Machine, pero Cornell aceptaba si cambiaban el nombre del grupo. Era evidente que las sensaciones que aportarían ahora iban a ser diferentes con Chris Cornell y el resultado fue explosivo con unos hits brutales.
Fue entonces cuando reaccioné ante ese sonido y aquella voz sin igual. Era la época en que todavía conducía con la música al justo volumen que hacía vibrar los cristales de mi Seat Ibiza del ’95, verde pistacho. Eran momentos de esos, que creas un ambiente dentro del coche en el que sólo tú eres partícipe, dejando viajar a tu imaginación y evadiéndote de la realidad, cargado de una intimidad irreal (todo el mundo te ve en cada semáforo).
Irónicamente, este videoclip de ‘Show Me How To Live’ es un cover de la película ‘Vanishing Point’ -‘Punto límite cero’, titulada en España-. Se trata de un conductor, Kowalski, que se dedica a entregar coches de alquiler y apuesta a que entrega un Dodge Challenger de 1970 en un tiempo límite. Tanto la película, como el videoclip y la vida de Chris Cornell, tienen el mismo final. (A modo de curiosidad, esta película Vanishing Point junto con la película Bullit, eran las Fast n’ Furious de los ’70).
Después de proporcionarnos ciertos momentos cuando vivimos la música de una manera especial (cada uno a su modo) y los convertimos en un vínculo de historias en nuestra vida, acabas siguiendo la trayectoria inestable de esta gente y te entrega temas fuera de su línea que terminas aceptando e incluso te gustan. Como ocurrió cuando Cornell se lanzó en solitario y se «prostituyó», dejándose producir por Justin Timberlake y Timbaland. (Toca la imagen).
El mamón, sin saber que ya había compuesto bandas sonoras para las vidas de algunos amantes de la música como yo, compuso otro tema que utilizaron más tarde para la BSO de un tal Bond. James Bond. (Toca la imagen).
Cuando vives ajeno a la vida americana, no eres consciente de que en el mundillo del rock en USA, se conocen casi todos porque han coincidido en fiestas, conciertos, jam sessions, tributos, etc.
Y cuando se junta uno de tus ídolos, como es Slash con Chris Cornell para grabar un tema, flipas en colores.
Te venden fantasía y te ayudan a escapar de la realidad mientras escuchas su música. Te motivan a realizar unas cosas u olvidar otras…
Y ahora va, el muy cabrón, y se ahorca!
Acaso tenía depresión? Tenía deudas? Le habían puesto los cuernos? Es que al resto de mortales no nos pasa lo mismo? Pues, resulta que tomaba un medicamento para disminuir su ansiedad, cuyos efectos secundarios te llevan al suicidio. Pero, claro… Para estas estrellas, tales medicamentos no tienen importancia. Son dioses, no?
Al menos, a mí me dejó la canción perfecta para que alguien le dé al play en mi funeral… (Toca la imagen).
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